Simón miró atravez de la ventana. Era una noche fresca, y el viento soplaba a través de las hojas de la Segunda Avenida, como puñados de confeti tirado. Había una chia caminando por la calle, una chica con un abrigo ceñido, con el pelo negro y largo que volaba con el viento.
La gente se giraba para mirarla mientras ella pasaba. Simón habia visto a chicas como esas en el pasado, inutilmente imaginando a dónde irían, con quién se encontrarían. No había chicos como él, eso lo sabía muy bien.
Excepto esta. La campana de la puerta sonó cuando la puerta principal del restaurante se abrió e Isabelle Lightwood entró. Ella sonrió cuando vió a Simón, y se acercó a él, quitandosé el abrigo y poniendolo en el respaldo de la silla antes de sentarse. Bajo su abrigo, ella estaba usando lo que Clary llamó "un típico atuendo de Isabelle": un ajustado y corto vestido de terciopelo, medias de red y botas. Había un cuchillo clavado en la parte superior de su bota izquierda que Simón sabía era el único que lo podía ver; todavía, todos en el Restaurante la miraban mientras se sentaba y tiraba su cabello hacia atrás. Todo lo que vestía Isabelle llamaba la atención como un despliege de fuegos artificiales.
La hermosa Isabelle Lightwood. Cuando Simón la había conocido, él habia asumido que ella no tendría tiempo para un chico como él. Había resultado ser casi cierto. A Isabelle le gustaban chicos que sus padres desaprobaban, y en su universo significa Subterráneos-hadas, hombres lobo y vampiros. Que hubieran estado saliendo regularmente durante el último mes o dos le asombraba, incluso aunque su relación se limitaba basicámente a infrecuentes reuniones como ésta. Y aunque no pudo evitar preguntarse, si el nunca hubiera sido transformado en vampiro, si su vida entera no hubiera sido alterada en ese momento, ¿estarían saliendo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario